jueves, 29 de mayo de 2008

¿Un nacionalismo de izquierdas? ¿Una izquierda nacionalista?







La actual legislatura nos ha recordado otros tiempos, que no por pasados fueron mejores, en los que la alianza entre la izquierda (o las izquierdas) y el nacionalismo separatista era algo tan común que llegó a verse como algo natural. En aquellos tiempos existía una derecha recalcitrante –sería una falta de respeto hacia las víctimas de aquella derecha compararla con el PP de ahora, incluso en su ala más extrema– que servía de excusa para que los socialistas de entonces, como los de ahora, se aliaran con partidos separatistas.

En España se ha olvidado que uno de los principios fundamentales de la izquierda es su carácter internacionalista. En España la izquierda “moderna” incluso ha olvidado hasta el nombre de su país, denominándola con ese concepto franquista de “Estado Español” que se inventaron en la dictadura para contraponerlo a la España de la sociedad civil.

Pero, lo que es peor, en nuestro país la izquierda oficial ha olvidado también el principio de solidaridad interterritorial entre zonas (no entremos en si son países, regiones, comunidades, comarcas o provincias) ricas y pobres. O como a mí me gusta decir más, entre zonas enriquecidas y empobrecidas, que no siempre coinciden con las anteriores.
La izquierda irrumpió a finales del siglo XIX porque las "revoluciones" burguesas liberales no solucionaron los problemas de los excluidos. Por ello tuvo que aparecer un nuevo concepto político que aunase a los pobres de todos los Estados. Por el contrario, el nacionalismo de la Europa de finales del XIX y principios del XX se encargó de hacer de las diferencias de los distintos pueblos un principio de convivencia tan imposible que cada pueblo necesitaba tener su propio Estado, y a ser posible "puro". La izquierda europea no consiguió en la Primera Guerra Mundial que los principios socialistas de luchar unido el movimiento obrero prevaleciesen sobre los intereses de los nacionalistas. Se puede decir que el socialismo perdió la batalla contra el nacionalismo.

El punto de convergencia entre el socialismo y el nacionalismo es el fascismo. Así surgieron el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes de Adolf Hitler y el Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini (no olvidemos su primera militancia socialista), por citar sólo los ejemplos más conocidos mundialmente.

Si nos acercamos más en el tiempo hay otros casos de recuerdo tan triste como los recién mencionados. La unión de socialistas y ultranacionalistas en la Serbia de Slobodan Milosevic y sus políticas limpieza étnica o el populismo de Hugo Chávez con su mezcla del socialismo más caduco y fuertes dosis nacionalistas, son dos ejemplos recientes en contextos bien diferentes. Por cierto que la izquierda española, y sobre todo apunto a Izquierda Unida nunca ha hecho un ataque férreo a ninguno de estos dos tiranos fascistoides sólo por esconderse bajo la careta de un supuesto socialismo.

Acercándonos a nuestro país, y cuando digo mi país me refiero únicamente a España, vemos procesos no iguales pero con características coincidentes. Estoy de acuerdo con que no se puede simplificar y cada contexto tiene unas particularidades que deben ser atendidas. Desde la izquierda, o mejor dicho desde el progresismo (que ni mucho menos son sinónimos siempre, ni casi siempre), se deben apoyar los procesos de emancipación de pueblos oprimidos. Por cierto, llama la atención que el gobierno socialista, tan comprensivo con los problemas de los nacionalistas separatistas de España, no muestre el más mínimo interés por un pueblo oprimido y con responsabilidad española, como es el caso del Sahara Occidental.

El discurso de todo el autodenominado MLNV ha pretendido aparentar la lucha de un pueblo oprimido frente a un Estado opresor porque ETA surgió en momentos de auge de los movimientos guerrilleros en América Latina y de descolonización en África, y porque la idea de la liberación nacional frente a la dictadura de Franco era muy vendible. De ahí que los más incautos agradecen a este grupo terrorista la llegada de la democracia española por asesinar al almirante Carrero Blanco.

La llamada “ETA buena” del principio, sólo porque quería hacer creer que combatía a la dictadura franquista cuando en realidad atacaba al Estado español, era un grupo terrorista que venía del nacionalismo tradicional del PNV. Como el PNV venía del tradicionalismo carlista, reminiscencias que aún quedan como los fueros navarros. Pues esa “ETA buena” de entonces sentía mucho aprecio por personajes como Jon Miranda, nacionalista vasco y asiduo colaborador en la revista francesa Le Devenir Européenne, fundada por Yves Jeanne, un antiguo combatiente de las SS francesas. En esa revista, en cuyo subtítulo se calificaba de "etnicismo-socialista", se podían leer perlas de Miranda como ésta:

“Pienso que es la raza y no la lengua lo más importante […]. Espero que el
futuro gobierno de Euzkadi expulse a esos semita-camitas españoles y demás
negros que se han asentado en nuestra patria o los reduzca a un estrato de
humanidad inferior”.

En esa revista también escribía con frecuencia otro nacionalista: Federico Krutig de Arteaga. Este miembro de ETA (1965-68) opinaba que:

“Una mezcla de vascos con elementos negríticos desvirtuaría la raza vasca y
difícilmente se podría tratar de un vasco o un negro”.
ETA, HB, EH, Batasuna, ANV, PCTV y cualesquiera otras marcas que use el entramado terrorista, cuentan la Historia a su modo, por otra parte muy propio de todo nacionalismo, y bajo la excusa de soportar ellos exclusivamente el peso de la dictadura española de Franco empuña las armas como lo hiciera el Frente de Liberación Nacional en Argelia contra Francia y tantos otros grupos en Latinoamérica frente a sus Estados opresores. Pero ETA no fue una radicalización de un grupo socialista, sino que nació de una escisión del PNV (de derechas) y la ideología racista del fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana, no ha desaparecido ni en la organización armada ni en sus cachorros de Jarrai, Segi… No podemos seguir hablando de una izquierda abertzale, porque sencillamente estos dos vocablos son antagónicos. O se es de izquierda o se es nacionalista. El nacionalismo en sí nunca puede ser de izquierdas, es un concepto burgués.

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