lunes, 23 de junio de 2008

Socializar el terror



Los postulados revolucionarios –que no comparto– dicen que hay dos elementos que cuando se dan ambos hacen de la lucha armada un método de reivindicación política legítimo:

a) En ausencia de democracia y cuando toda vía exclusivamente política está cerrada, siempre y cuando la lucha armada pueda abrir una nueva vía.

b) Cuando la condición de vida de la población no es digna y si sólo mediante la lucha armada se puede elevar.

Está claro que en el País Vasco se vive una situación de falta de libertad que sitúa a la democracia en un mero aspecto formal al más puro estilo de las democracias latinoamericanas de los 80. De Colombia se dice que es de los Estados de ese subcontinente con mayor tradición democrática por la ausencia de golpes de Estado y no creo que muchos consideren que haya democracia en las zonas dominadas por las bandas ultraderechistas de las Autodefensas Unidas de Colombia o por sus adversarios de las FARC o ELN.
En el País Vasco y norte de Navarra la ausencia de democracia es patente en el momento en que sólo determinados dirigentes políticos deben ir escoltados y otros campan a sus anchas. Si las facilidades para acercarse al elector y exponer sus programas son distintas no hay plena democracia. Si el hecho de defender determinadas ideas tiene el riesgo de la muerte no hay democracia (y los nacionalistas pidiendo más autonomía cuando la mitad de la población vasca no tiene ni libertad).
Tampoco es digno vivir en la situación en la que viven los guardias civiles, policías (nacionales y autonómicos), militares, periodistas, políticos no nacionalistas o profesores demócratas en el País Vasco. Porque no es digno vivir cada día con la angustia de no saber si ése es el último de tu vida. Porque no es digno que te quemen el negocio como si de un judío en la Alemania nazi se tratara. Porque no es digno vivir encima del negocio del asesino de tu marido y que el etarra se enorgullezca te tamaña acción.
Si nos metemos en la piel de un revolucionario –sé que es tarea ardua difícil para quienes creemos en el progreso– está claro que ante estas circunstancias deberíamos apostar por una lucha armada que neutralizase a estos indeseables. Igual que en Colombia los guerrilleros de las FARC pasaron a temer a las AUC y a perder movilidad, o que el ELN haya quedado acorralado a consecuencia de estos paramilitares. O el ejemplo que tanto les gusta a los nacionalistas vascos, Irlanda: el IRA, y sobre todo su entorno cercano, ya no podía moverse a sus anchas ante las acciones armadas de los protestantes de los Combatientes por la Libertad del Ulster (UFF) y la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF).
Desde luego que la actuación de los paramilitares colombianos y norinlandeses no es para que sirva de ejemplo, porque sus atrocidades en muchos casos superan a las de sus enemigos. Pero sin duda la vida de las víctimas del terrorismo sería más digna si los terroristas, y más los que sin ser terroristas les amparan y dan cobijo moral y material, no gozasen de tanta impunidad. Y no por lo de “mal de muchos, consuelo de tontos”, sino porque un País Vasco con unos nacionalistas con miedo y vergüenza les permitiría a las víctimas de ETA vivir de otra manera.
El entramado de ETA hablaba hace años de la necesidad de socializar el terror para obtener el triunfo. Si los enemigos de ETA aceptásemos los postulados revolucionarios de “socializar el terror de forma permanente” se darían otros resultados. E insisto, no me refiero ni a chapuzas como los mercenarios del GAL (verde o azul) ni a grupos terroristas de signo españolista. Pero en España se perdió una batalla cuando después del asesinato de Miguel Ángel Blanco por primera vez los batasunos tenían miedo de salir a la calle. Lástima que se dejara pasar esa oportunidad (especialmente por culpa de quienes les tendieron la mano en Lizarra). Si es cierto que ETA tiene un apoyo minoritario de los vascos, ¿podemos la mayoría temer a la minoría?

La violencia engendra violencia, está claro que este camino no sería el que nos llevase a la paz, pero cuando se exagera la virtud de las víctimas del terrorismo por no vengarse con violencia contra los asesinos de sus familiares –se dice con orgullo que salvo quizá el asesinato de Josu Muguruza en ningún otro caso se ha actuado con venganza–, ¿pero realmente es del todo una virtud o esta idea es generada desde círculos nacionalistas porque le conviene a ETA?
Sigo insistiendo, no estoy hablando de aventuras tenebrosas de guerra sucia del Estado sino, siguiendo en una tónica de verborrea revolucionaria, ¿qué ocurriría si gran parte de la sociedad civil se hartase por completo y respondiera con violencia contra los violentos? El socialista José Luis Corcuera ya lo aconsejaba siendo ministro del Interior, “que se corran a gorrazos”. No es nada nuevo el levantamiento popular violento contra regímenes totalitarios. Si Francia se inmiscuyó en la lucha antiterrorista –dejémonos de hipocresías– sólo cuando debido a los GAL comenzaron a haber atentados terroristas en suelo francés, ¿qué pasaría si el pueblo español se levantara contra ETA como ya hicieran otros pueblos contra sus tiranos? Seguramente la paz no llegaría, pero ¿ha llegado ahora después de 40 años y 941 muertos?

Los franquistas hablan de los 40 años de paz del régimen anterior. Martin Luther King escribía desde la cárcel que “la verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión: es la presencia de justicia”. No creo que haya demócrata en España que piense por tanto que con Franco había paz. ¿La hay ahora sólo porque el bando de las víctimas no responda con violencia?